¡Diles
que no me maten! (resumen)
¡DILES
que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así
diles. Diles que lo hagan por caridad.
Lo
habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía
todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. Ahora que sabía bien a bien que
lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan grandes de vivir como sólo
las puede sentir un recién resucitado.
Quién
le iba a decir que volvería aquel asunto tan viejo, aquel asunto de cuando tuvo
que matar a don Lupe.
Dejó
caer otra vez los brazos y entró en las primeras casas del pueblo en medio de
aquellos cuatro hombres oscurecidos por el color negro de la noche. —Mi coronel
aquí está el hombre.
—Guadalupe
Terreros era mi padre. Cuando crecí y lo busqué me dijeron que estaba muerto.
El
llano en llamas (resumen)
Ya
mataron a la perra, pero quedan los perritos (Corrido popular).
"¡VIVA Petronilo Flores!" El grito
se vino rebotando por los paredones de la barranca y subió hasta donde
estábamos nosotros. Luego se deshizo.
"¡Viva
Pedro Zamora !" Del otro lado respondieron, casi en secreto: "¡Sálvame
patroncito!¡Sálvame!¡Santo Niño de Atocha, socórreme!"
'Pasaron los pájaros. Bandadas de tordos cruzaron por encima de nosotros hacia los cerros.
'Pasaron los pájaros. Bandadas de tordos cruzaron por encima de nosotros hacia los cerros.
Luego
comenzó la corretiza por entre los matorrales. Sentíamos las balas
pajueleándonos los talones, como si hubiéramos caído sobre un enjambre de
chapulines.
Los
coyotes se oían más cerquita cuando llegamos al corral donde habíamos encerrado
la caballada.
Ya
no había caballos, sólo estaba un burro trasijado que ya vivía allí desde antes
que nosotros viniéramos. De seguro los federales habían cargado con los
caballos.
Estuvimos
escondidos varios días; pero los federales nos fueron a sacar de nuestro
escondite. Ya no nos dieron paz; ni siquiera para mascar un pedazo de cecina en
paz.
Después
supimos que eran ametralladoras aquellas carabinas con que disparaban ahora
sobre nosotros y que dejaban hecho una coladera el cuerpo de uno; pero entonces
creímos que eran muchos soldados, por miles, y todo lo que queríamos era correr
de ellos.
Sobre
el autor…
Juan Rulfo nació en el Jalisco de 1918, en medio de la guerra cristera, la misma que
le arrebato a su padre cuando él tenía solo 6 años. Mucha de su vida infante
marco su obra posterior. La sociedad que lo rodeaba era una que salía de la
revolución mexicana y que pasaba por los cambios del país en ese entonces.
Donde el matar al enemigo era la justicia, y donde los pobres debían someterse
al poder del que más tenía. Era el México que cambiaba a la modernidad, sobre
todo la ciudad de México, a la que se mudó Rulfo cuando era todavía joven. Pero
en sus obras se nota más sus experiencias en los viajes a provincia, en los
cuales lo acompañaba su tío Celerino que fue el que se encargó de llenar de
historias su imaginación.
Sobre
la obra…
El
llano en llamas se compone de 17 cuentos, en esta ocasión solo hablaremos de
dos de ellos: El llano en llamas (que da título a la recopilación) y ¡Diles que
no me maten! Los dos textos nos llevan al campo, a la provincia mexicana, donde
hay campos de sembradíos, cerros, montes y llanuras. Lugares desolados que
representan la pobreza mexicana y la falta de atención a ella. Nos adentra a la
sociedad de los tiempos de la revolución, en la que todos los hombres iban
armados por las calles, esto lo vemos sobre todo en los enfrentamientos de El llano en llamas, en el cual dos
bandos, al parecer políticos tienen varios enfrentamientos. La cultura que nos
muestra Rulfo es la del país campesino, donde la jerga mexicana estaba llena de
regionalismos y coloquialismos. Los indios luchaban entre ellos por el honor y
la vida. Rulfo nos habla desde la perspectiva del indio pobre, desahuciado, al
que ya no le queda mucho, como en ¡Diles
que no me maten!
Critica
Todo
mexicano conoce aunque sea solo por el nombre a Juan Rulfo, yo era de esos que sabía lo buen
escritor que era, lo bueno de su obra, pero lo había dejado para después. Ahora
que tuve que leer sus cuentos para la escuela me arrepiento de no haberlo hecho
antes. Rulfo narra estos dos cuentos desde el interior de los protagonistas en
medio de la decadencia. Uno al que le ha llegado la hora de pagar por sus
acciones, de las cuales creía que ya no se acordaba nadie y otro que está en
medio de una lucha contra el gobierno, contra el cual tiene una clara
desventaja. Estos dos cuentos son simples, rápidos de leer, pero no eso no le
quita la profundidad a su mensaje. Su narrativa en primera persona nos deja
sentir a la par de los protagonistas su
desesperación, su soledad, su angustia, y su esfuerzo por no perderla vida. Es
el autor que cuenta la historia de los que perdieron, a los que ya nos les
queda mucho. Los que están lejos de ser héroes, y son tan miserables que no
llegan a ser villanos.
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